Edificios diseñados para la comunidad educativa
El diseño de la arquitectura educacional es una herramienta efectiva de desarrollo social. Se ha demostrado con diferentes estudios a nivel mundial que las salas de clases mejor diseñadas aumentan el rendimiento, el clima en aula y la escolaridad.
Es un hecho que la optimización de la infraestructura logra impactar positivamente a las comunidades, sin embargo, creemos que éstas no solo deben ser meras espectadoras, entendemos el valor que otorga su participación antes, durante y después de la etapa de diseño y construcción, lo cual enriquece el proceso y vincula a los usuarios con los proyectos.
En nuestros 15 años de experiencia en calidad educativa hemos tenido resultados sorprendentes, con proyectos emblemáticos como el de la Universidad de O´Higgins y el Centro Educacional Eduardo de la Barra, que tienen como ejes arquitectónicos el reciclaje de edificios y la inclusión.
Universidad de O´Higgins: Reciclaje del antiguo Hospital de Rancagua
La Universidad de O´Higgins se creó el 2015, en el marco de la Reforma Educacional, con el objetivo de fortalecer la educación pública, descentralizar la oferta estudiantil y otorgar equidad en la educación superior en Chile. Por primera vez la Región del Libertador Bernardo O´Higgins contaría con una universidad estatal, con una capacidad entre 2500 a 3000 estudiantes.
Nuestro desafío fue transformar el antiguo Hospital de Rancagua, una construcción hermética y aislada debido a su función sanitaria, en un edificio educacional, el cual debía adecuarse a las demandas estudiantiles. El diseño arquitectónico debía tener espacios flexibles y conectados, que promoviera la inclusión y el pluralismo social, que fuese capaz de contribuir el desarrollo humano a nivel regional.
La estrategia fue resignificar el edificio que contaba con virtudes estructurales, con muros perimetrales, pilares, vigas interiores, alturas entre pisos y un emplazamiento privilegiado en plena alameda de la ciudad. Proyectamos una nueva plaza pública abierta a la avenida, inclusiva y de escala pública, que permitiera visibilizar desde la ciudad el hall principal del primer piso, el cual se convertiría en un espacio más abierto, inclusivo y con un carácter regionalista.
Por otro lado, integraríamos todos los niveles del edificio mediante un nuevo sistema de escaleras abiertas, materializadas mediante perforaciones en las losas de todos los pisos, que otorgaría dinamismo al espacio interior y conectando visualmente los niveles anteriormente segregados. De esta manera, se lograría estimular la interacción de la comunidad académica.
Los resultados fueron impactantes. El 2017 fue su inauguración y en el segundo año de funcionamiento la Universidad de O´Higgins ya se ubicaba entre los tres primeros centros educacionales de educación superior en contar con mayor cantidad de postulantes por vacantes, según un informe del Demre, solo fue superada por la Universidad de Chile y la Universidad de Concepción.
Centro Educacional Eduardo de la Barra: Un Proyecto de Inclusión
El 2014, en el marco de la Reforma Educacional, el Ministerio de Educación licitó proyectos de arquitectura para la nueva infraestructura educacional con sello presidencial, orientado a los establecimientos más vulnerables con el fin de fortalecer los estándares de calidad y la accesibilidad universal. Gracias a la gestión de la Corporación de Peñalolén, el Centro Educacional Eduardo de la Barra, ubicado en la Villa San Luis, logró ser incluido en este plan, con énfasis en el incremento del tamaño del recinto y de mejorar las condiciones de habitabilidad y confort interior, para fomentar un ambiente tolerante, democrático y autónomo.
Convencidos del enfoque social de la arquitectura asumimos el desafío y obtuvimos el concurso público. El proyecto convocó a la comunidad durante el proceso de diseño, donde los requerimientos y anhelos locales fueron considerados e integrados.
El nuevo edificio debía contar con una superficie de 6.743,76 m2, dividido en tres niveles y un subterráneo, con una capacidad para más de 1200 alumnos. El enfoque del establecimiento es técnico profesional, por lo que se contempló incorporar las instalaciones necesarias para impartir las especialidades de gastronomía y hotelería. Además, el edificio tenía laboratorios, biblioteca, comedor, gimnasio cerrado con multicancha reglamentaria y 3.900 m2 de patios.
La estrategia fundamental fue la de la inclusión, para esto el emplazamiento e imagen del colegio contempló los criterios de una orientación territorial natural, redistribuyendo las aulas para recibir luz natural y la temperatura del sol; integración del contexto urbano, se incluyó la cancha del Complejo Cultural Deportivo Cordillera; se reubicaron los accesos al centro educacional en las esquinas, para realzar la función pública del edificio; se reinterpretó la imagen de barrio, a través de la utilización de materiales propios del sector, como madera, piedra y colores intensos; y se buscó aportar con el espacio público, quitando parcialmente el cierro, para entregar a la comunidad un espacio de esparcimiento con los antejardines y mobiliario público.
El proyecto tuvo como énfasis de diseño los espacios visibles y abiertos, que fuesen colectivos diferenciados y no segregados, una infraestructura pro inclusión, que se refleja en las rampas integradas, rebajes de soleras, el mobiliario, los baños y la señalética, y que fuese un colegio abierto a la comunidad.
Para la ejecución de la reposición y reciclaje del establecimiento original, se realizaron las modificaciones en diferentes etapas, con el objetivo de conservar el capital social de la comunidad educativa sin desarticularla.
A término de las etapas, hoy el colegio ha copado sus matrículas disponibles, revirtiendo la tendencia de la baja escolaridad en los sectores vulnerables y se ha convertido en un referente de la Villa San Luis.